jueves, 11 de septiembre de 2008

Cobardes decisiones de una mente llena de…

Los que generalmente corren, saben a que dirección dirigirse… Yo no. Desde “el suceso” a mis cortos 16 años me prometí que así sea lenta, mi línea iba ir en constante ascenso, permanente evolución. Hoy la vida me propone aplacarme, quedarme en un punto paralelo a la tierra, disfrutando pero no avanzando. Lo que hace darme cuenta que si dejo esto en manos de mi peor enemigo (el tiempo), uno de mis ideales de base perdería su sentido consumiéndose a si mismo a cuestas de él… Al tiempo no lo puedo desafiar, no le puedo competir… Ni mucho menos ganar. La pelea con él esta perdida de antemano, en su contra es sentenciarse, es esfumarse. Tan absurdo como apretar el aire con las manos, como tocar las puertas del infierno con un grupo de mormones. Definitivamente lo declaro mi peor enemigo, por ser siempre lo inevitable, ineludible… lo imparable. Quien haya realizado una guerra contra él ha firmado su extinción, pues de más esta aclarar que nadie es eterno. Y el fin de los tiempos es por ende nuestro fin.

Tan implacable es dicha fuerza ante la materia... Pero no quita la posibilidad de que intente modificar mi futuro planteándome desde otra perspectiva…

Atemporales como las almas, las cuales escapan de las manos de cualquier humano y quedan suspendidas en el aire esperando caer en el lugar adecuado en algún momento de algún universo… Estan las ideas. Asociando las ideas con el tiempo surge la inspiración motora, que nos empuja a intentar por todos los medios ser lo que queremos, mejor dicho, intentar lo que podemos llegar a ser ó mas ambiocioso aún... dejar. Ese es el camino que no voy a abandonar. Y por ahí es por donde voy a llegar.

Estoy sobrepasando un cortocircuito sentimental… Donde escogí hacerme un lado, porque no soy nadie para obrar sobre el tiempo de la gente… Ni mucho menos para resolver disyuntivas que involucren almas. Entonces… no voy a dejar que esta llama se vuelva una hoguera por el bien de todos, ni tampoco genere inercia en mi camino. Si me siento en los escalones rompo con mi promesa adolescente. Y si hago eso… se cae mucho.

Debo confesarlo, me cuesta hacerme un lado de algunos espacios, porque se abre un hueco en mi alma. Hueco que estaba llenándose de a poco, queriendo limpiar grises con connotaciones casi divinas.

Otra vez la frialdad se apodera de mi ser… Otra vez para seguir paradójicamente tengo que abandonar.

1 comentario:

Muse Of Evil dijo...

(...) ni les agradó el torpe consejo de "gozar de los beneficios del tiempo", que no se les cae nunca de la boca a los sabios de nuestra edad. Les acomodó más el consejo que su prudencia y su valor les sugería, conviene a saber: que el tiempo, que echa abajo cuanto subsite, puede acarrear tanto bien como mal, pero igualmente tanto mal como bien...
Estos supuestos sabios son unos cobardes, y si en presencia mia se pusieran algunos consejeros de semejante temple, los exterminaría.

Fragmento de Il Príncipe con el comentario último de Napoleon.

No enfrentaría, pero menos aún le dejaría mi suerte y felicidad al tiempo.

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